Aloe es un género de plantas originarias de zonas secas de África, Madagascar y Oriente Próximo. Pertenecen al grupo de las llamadas plantas suculentas porque pueden almacenar grandes cantidades de agua que les permiten sobrevivir en entornos muy áridos.
De todas las especies existentes, que podrían ser más de 200, sólo unas pocas son especialmente reconocidas: algunas se cultivan exclusivamente para uso ornamental, pero dos de ellas, el aloe vera y el aloe ferox, poseen propiedades reconocidas científicamente.
En el caso del aloe vera, sus bondades están de sobra contrastadas en el campo de la dermatología: actúa como regeneradora, cicatrizante y reparadora, además de ser una fuente de vitaminas y aminoácidos.
El aloe ferox, conocido también como aloe del cabo, es originario de Sudáfrica y puede llegar a medir dos metros. Su consumo ayuda a regular el organismo y la clave de sus propiedades está en su principio activo, la aloína, que contribuye a regular el tránsito intestinal. También contiene niacina, que ayuda al funcionamiento del aparato digestivo, y es rico en aminoácidos. La forma más habitual y segura de tomar el aloe ferox es en comprimidos elaborados con extractos estandarizados, de ese modo conservan todas sus cualidades y puedan garantizar su eficacia.
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