Nada mejor que correr un buen rato para experimentar esa agradable sensación de placer que, aunque pueda parecer inexplicable a ojos de una persona sedentaria, tiene una argumentación científica impecable. Después de hacer ejercicio físico de cierta intensidad, como el running por ejemplo, en nuestro organismo se produce un aumento de la producción de endorfinas, esas fabulosas hormonas capaces de provocar un aumento de la sensación de euforia o placer.
Y no hace falta ser joven, ni atlético para descubrir los placeres de esta adictiva práctica. Si cada vez más personas se apuntan a la moda de correr, por algo será. Y estamos seguros de que no sólo es por los múltiples beneficios de correr a nivel físico, ni porque los médicos recomiendan hacer ejercicio, o porque va bien para quemar calorías. El running ofrece muchas ventajas también a nivel psíquico: ayuda a liberar tensiones, a combatir el stress, a dormir mejor, mejora la autoconfianza, el estado anímico…Y es que fisiológicamente, estamos diseñados para hacer ejercicio físico y para disfrutarlo.
No hay excusas posibles: correr es apto para casi todos los públicos, pues cada uno lo practica según sus condiciones, es económico y se adapta a los horarios y al ritmo de cada persona. ¿Hacen falta más motivos para probarlo?
Ahora bien, como todo en la vida, hay que empezar con cautela, a un ritmo apropiado a la edad y a la condición física. ¡Y mucho cuidado con las articulaciones de la rodilla! El running produce un impacto continuo, de modo que no es la mejor opción en caso de molestias articulares.
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