Lo vienen diciendo desde hace años: lo inteligente es tomar el sol sin excesos. Por mucha protección que usemos y por muy alta que sea, lo mejor es evitar estar al sol de más de dos horas y no olvidar que cuanto más alto esté–entre las 13.h y las 16.00h- más agresivo resulta.
Un buen sistema para estar bronceados sin tomar tanto sol es ayudar al organismo a producir melanina, el pigmento natural que da color a nuestra piel… y que de paso nos protege de las quemaduras solares. El betacaroteno de las zanahorias y el licopeno de los tomates son algunas de las “materias primas” que necesita el organismo para pigmentar más y mejor en menos tiempo.
Pero eso no es todo. Aunque tengamos la piel bronceada, los rayos solares siguen haciendo daño a nivel celular: el exceso de radicales libres la oxidan, la resecan y la arrugan. En una palabra, la curten. Y si no se ha protegido bien, al cabo de pocos años, la piel puede ofrecer un aspecto muy, muy envejecido.
En esos casos el consejo es protegerla también desde dentro, con antioxidantes como la borraja o la granada, muy eficaces neutralizando los radicales libres.
¡No lo olvides! En verano, toma el sol con inteligencia, con mesura y con una adecuada protección por fuera y por dentro. ¡Te va en ello la piel!
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